Los padres de Juan emigraron a los Estados Unidos para que Juan pudiera comenzar una nueva vida y convertirse en quien quisiera ser. Y para Juan, eso era, ser un superhéroe. Estaba obsesionado con la Liga de la Justicia y planeaba unirse a ellos algún día. Mientras trabajaba en un almacén tecnológico, un accidente le hirió la mano. Juan pensó que esta sería finalmente su oportunidad de convertirse en un superhéroe. Inyectó nanitos en sus manos, dándole la capacidad de colocar su mano contra cualquier objeto bloqueado y desbloquearlo automáticamente. Probó para la Liga de la Justicia, sugiriendo el nombre de Capitán Key o Señor Sesame, pero se lo negaron. Angustiado y sin dinero, robó un banco pero fue frustrado por la Liga de la Justicia. Debido a su habilidad para abrir cualquier cerradura, tuvo que ser puesto en un agujero en Belle Reve. Waller lo reclutó en una misión del Escuadrón suicida contra un misterioso invasor alienígena. Como ninguno de los miembros del equipo se preocupaba por él y lo había ignorado constantemente y incluso, Killer Croc quería comerlo, moriría en el campo porque los personajes sin nombre siempre mueren. Al menos, argumentó, así fue como pasaba comunmente en Star Trek. El equipo lo obligó a ser un cebo para la Reina alienígena y, ya aceptando que su muerte era inevitable, no lucho contra ella. La reina fue a chupar su energía y de repente comenzó a encogerse hasta que Juan pudo pisarla y aplastarla. Waller le reveló que lo habia aislado a proposito, para hacerle perder la esperanza, ya que el alienígena se alimentó de la positividad y la enorme cantidad de negatividad de Juan finalmente condujo a la derrota de los alienígenas. Al afirmar que ella no es "despiadada", Waller dijo que será compensado generosamente por la misión, primero comenzando por darle una celda mejor. Su nuevo "hogar" fue compartido con Killer Croc, quien presumiblemente se lo comió porque "(el) no pertenece a esta historia". La primera aparición de Juan Soria es en Suicide Squad Vol 5 #33 (Marzo 2018) y es creado por Simon Spurrier y Fernando Pasarin.
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